Conductas agresivas en estudiantes de primero a cuarto año básico en un establecimiento municipal y otro particular subvencionado de la comuna de Chillán

Abstract

Las conductas agresivas se definen como “aquella acción que pretende causar daño (no aceptado por la victima) físico y/o psicológico, y, en situaciones extremas, puede llegar a ser destructivo para la persona objeto de la violencia” (Berkowitz, 1996; Tidwell, 1998). En base a los modelos explicativos que propuso Rigby (2003, 2004, 2005) y asumiendo la complejidad del fenómeno, Berger y Lisboa (2008) plantean que el análisis del fenómeno puede hacerse en tres niveles: individual, grupal y sociocultural. El primero se focaliza en las variables individuales asociadas al fenómeno, considerando, incluso, el aporte de las variables genéticas. En el segundo nivel se plantea que la aparición del fenómeno se da cuando las/los niñas/os empiezan a relacionarse y buscan dominar a otros en un encuentro con distintas posiciones de poder. Este fenómeno se da en términos de disputas o defensa de la posesión de objetos o bienes que son considerados valiosos en el contexto escolar, por ejemplo, el estatus social. Cabe destacar que los escolares pasan gran parte del día en clases, alrededor de 8 horas diarias en una permanente interacción y convivencia tanto con sus pares como con los profesores, por lo que en algunas ocasiones la experiencia puede ser rutinaria, muchas veces traumática y conflictiva, produciendo cambios negativos en la conducta de ellos. Estos cambios negativos se pueden ver reflejados en su comportamiento, ya sea por la desobediencia, comportamientos deshonestos y la agresividad tanto física como psicológica hacia sus pares e incluso hacia la autoridad. Durante la etapa de la infancia, los cambios conductuales de los escolares forman parte de su desarrollo, entendiéndola como beneficiosa para incorporar en ellos valores, normas de comportamiento y hábitos en su conducta que le ayuden a desenvolverse con autonomía y con una actitud asertiva en su entorno, no obstante esta actitud rebelde puede llegar a volverse impulsiva y agresiva más allá de la primera infancia que abarca de 0 a 6 años de edad, donde puede esconder un trastorno del comportamiento, el que puede llegar a alterar el ambiente escolar y familiar, provocando en la gran mayoría de los casos que los padres y profesores se sientan incapacitados de controlar y fijar los límites. Este tipo de conducta si no es identificada y corregida a tiempo, se puede mantener durante el paso de los años, llegando muchas veces a acentuarse en la adolescencia, donde los padres y educadores tienen menor capacidad de incidencia frente al comportamiento agresivo y conducta rebelde de los jóvenes, llegando a superar la paciencia de los adultos que están bajo su educación y cuidado, siendo un fenómeno social que muchas veces invalida a los padres y profesores al no saber cómo poder actuar o incidir frente a estos problemas. Comúnmente vemos o escuchamos casos donde hay escolares que no obedecen, desafían la autoridad ya sea de profesores, inspectores y todo tipo de reglas de convivencia escolar o familiar, alumnos que carecen de juegos tranquilos, en armonía y se dedican a perseguir y muchas veces a golpearse ante la más mínima provocación que no tienen tolerancia a un “no” y a los cuales les gusta que se haga lo que ellos dicen y deciden, exigiendo lo que quieren a través de acciones agresivas o rebeldes. En nuestro país las investigaciones sobre los problemas de agresividad en el ámbito escolar, se han caracterizado en proporcionar una mirada más amplia y global del fenómeno social cada vez más frecuente en los escolares. Cada destacar que en el ámbitos escolar es donde se generan lazos entre pares o con los profesores, por lo que la interacción y la convivencia pueden producir ciertos roces, además, de incluir los problemas que traen consigo de sus hogares, ya sea por la falta de afecto y atención hacia ellos, problemas económicos de sus familias, separación de sus padres y otros, son reflejados y, por ende, desencadenados en sus Escuelas. Por lo que esta juega un rol esencial, ya que es ahí donde los estudiantes pasan la mayor parte del tiempo, razón por la cual se deben generar proyectos educativos y una buena gestión por parte del director y líderes de las unidades educativas incluyendo los docentes para estar en una constante atención, formación y consolidación como guías efectivos y afectivos de los alumnos. Berger y Luckman, (1983), señalan: “que el individuo no nace miembro de una sociedad, sino que es inducido a participar en ella a través de procesos de internación de normas”. Y la escuela es sin duda un lugar de socialización clave para la inserción efectiva de los alumnos en su futuro. Es por ello que para dar cuenta de toda la complejidad del fenómeno, será necesario estudiar desde una perspectiva del desarrollo humano que permita tener una visión que considere los elementos individuales, grupales y socioculturales que se llevarán a cabo en esta investigación.