Percepciones de los actores educativos sobre las tareas escolares enviadas en horario extraescolar

Abstract

El interés por este tema surge a partir del énfasis mediático provocado por el nacimiento de un movimiento llamado “La tarea es sin tareas”, que se crea en respuesta a la demanda y molestia de padres opositores a las tareas enviadas para la casa. Este movimiento se basa en investigaciones norteamericanas que afirman que no hay evidencia de un mayor beneficio al rendimiento académico con esta actividad, muy por el contrario, sostienen que serían perjudiciales. Las discusiones emergen a partir de las modificaciones a los horarios de clases de los estudiantes mediante la implementación de la jornada escolar completa (JEC), puesta en marcha el año 1997. Con ella se amplió el tiempo que los estudiantes pasan en las escuelas con la promesa de realizar dentro de ese tiempo todas las actividades académicas que sus planes de estudio requieran. Además, tenía como objetivo aumentar las horas en el recinto escolar para mejorar la calidad del aprendizaje, diversificando las instancias educativas mediante talleres que abarcan múltiples áreas del saber e interés de los estudiantes. A pesar de esta propuesta, las tareas para la casa (TPC) en vez de disminuir o eliminarse, aumentaron, exigiendo a los niños y jóvenes pasar tiempo completando trabajos extraescolares, hasta alcanzar 8 horas cronológicas que pasan dentro de los establecimientos educacional. Adicionalmente, aun cuando la idea inicial buscaba abandonar el uso de la tarea escolar para la casa como recurso educativo no existe una ley tajante que las prohíba completamente, de hecho es el mismo ministerio de educación (MINEDUC) quien ha desarrollado un instructivo para trabajarlas “adecuadamente”, en el que son definidas como “actividades diseñadas por el docente para que el estudiante lleve a cabo fuera del horario escolar –excluyendo las actividades realizadas en tutorías o actividades extra programáticas desarrolladas en el establecimiento–, como muchas otras acciones, forman parte del abanico de posibilidades que maneja el o la docente para incentivar el desarrollo de aprendizajes de sus estudiantes” (MINEDUC, 2016). Por lo tanto, es posible inferir que el MINEDUC no desestima las tareas escolares para la casa como recurso educativo y considera que existe una forma de abordarlas que justifica su existencia, para la cual ha diseñado un instructivo. Queda claro que la visión del MINEDUC ni por el colectivo “la tarea es sin tareas”, como para los senadores que el año 2016 crearon un proyecto de Ley (10.730-04) con el propósito de modificar aspectos de la ley que posibilitan utilizar las tareas para la casa como recurso educativo para estudiantes que son parte del sistema JEC, enfatizando que los programas de apoyo para estudiantes que presenten bajo rendimiento académico no pueden implicar el envío de deberes al domicilio sin importar si deben ser hechas de manera individual o con el grupo familiar. Otras iniciativas contra el uso de las TPC han surgido desde los municipios, como es el caso de la comuna de Las Condes, Santiago. Allí el Alcalde Joaquín Lavín adoptó esta medida en seis colegios municipales de su comuna, y su fin consiste en favorecer los momentos familiares. Dentro del ámbito escolar existe una percepción negativa en general de este recurso educativo, tienden a considerarse agobiantes, rutinarias y poco motivadoras y provocan una predisposición de rechazo a la actividad. Por lo mismo, nuestra investigación pretende conocer las reales percepciones de los distintos agentes educativos para determinar qué tan reales son las aversiones respecto a este recurso. Para ello estudiaremos niveles básicos de 3 escuelas municipales.