Manejo emocional y comunicación eficaz para el mejoramiento de la convivencia escolar

Abstract

Una buena convivencia escolar es uno de los factores fundamentales, y más influyente para que los procesos de enseñanza-aprendizaje se lleven a cabo de forma efectiva. Tal como el Marco Para la Buena Enseñanza nos señala en su dominio B (ver imagen en anexo A), gran parte de los aprendizajes que se logren en los estudiantes dependerá de factores sociales y afectivos. Por lo que se hace necesario la creación de un ambiente propicio para el aprendizaje, donde el alumno pueda estar en armonía con su entorno. No obstante, la praxis pedagógica muchas veces es disímil a la teoría, existiendo diversos elementos que convergen en las diferentes situaciones presentes a lo largo del sistema educacional chileno, el cual en la actualidad nos presenta una realidad marcada por una mala convivencia escolar gatillada por los altos índices de violencia y bullying existente entre los adolescentes de nuestro país. La Primera Encuesta Nacional de Convivencia Escolar, realizada en 2011 por el Ministerio de Educación y relativa a estudiantes de octavo básico, es categórica: uno de cada diez alumnos declaró haber sido víctima de acoso por parte de sus compañeros. De estos, uno de cada cuatro declaró haber sufrido hostigamiento diario, cifra preocupante si se considera el grave impacto que esto produce en el desarrollo integral de los niños y adolescentes. Además, el cinco por ciento de los niños reportó que en su establecimiento hubo agresiones con armas. A pesar de la creación de la Ley N° 20.536 en septiembre de 2011, que -entre otras materias- establece que todo centro educacional que recibe aportes del Estado debe asegurar que su Consejo Escolar integre en sus funciones el promover la buena convivencia y evitar las agresiones, el hostigamiento y la violencia física o psicológica. Adicionalmente, todos los establecimientos deben contar con un Encargado de Convivencia Escolar, el que es responsable de implementar un Plan de Gestión con estrategias en este sentido. La prevención de la violencia escolar y la promoción de la convivencia son temas fundamentales en el desarrollo de los menores y adolescentes, dado que la evidencia es clara en señalar que la exposición de la violencia es un importante factor de riesgo para la manifestación de una diversidad de conductas problemáticas que influyen en su desempeño escolar y en su desarrollo físico, social y emocional. Además, porque muchos de estos hechos si no son intervenidos tempranamente podrían producir un aumento en la victimización en el futuro. Pero, ¿Qué es lo que provoca la violencia y bullying tan presentes en nuestros establecimientos, y qué incide directamente en una mala convivencia escolar? ¿Existe alguna forma de disminuir estos factores generadores de conflicto en nuestros estudiantes? ¿Se está implementando alguna metodología para controlar las impulsividades de los jóvenes actuales?, ¿La creación de leyes que exigen un buen clima escolar, presentan praxis de cómo llevar a cabo esto, o solo sanciones y exigencias? Estas son interrogantes que se encuentran en el aire en nuestro país, pues existen numerosos autores planteando que las malas relaciones sociales y personales se deben a factores emocionales y de comunicación, pero no hay mayores estrategias para abordar esto con los estudiantes. A partir de lo anterior, se concluye que para lograr una buena convivencia escolar, es necesario considerar la integralidad del sujeto, es decir, más que entregarle solo conocimientos, es necesario atender sus necesidades afectivas y emotivas para que logre desarrollarse como persona y tener buena relación con su entorno. Esto sería posible a través de herramientas básicas como manejo y control de las emociones y el desarrollo de la competencia comunicativa de manera eficaz. “Una de las líneas de investigación que más interés ha generado en los últimos años, dentro del campo de la Inteligencia Emocional (IE), ha sido el análisis del papel que juegan las emociones en el contexto educativo” (Jiménez y López, 2009, p.2). Estas investigaciones se deben a la nebulosa que existía hace algunos años atrás en relación con los altos índices de mala convivencia escolar existentes entre adolescentes que no sabían resolver conflictos. De este modo, las emociones jugarían un rol fundamental en el desarrollo de los estudiantes a nivel personal y social. En la actualidad, en muchos establecimientos educacionales se pueden observar serios problemas de convivencia escolar entre sus integrantes debido al poco manejo emocional que poseen al enfrentarse con sus pares, no sabiendo resolver conflictos ni darle privilegio al diálogo y a la comunicación. Esta dificultad que está presente en ellos termina repercutiendo en su desarrollo social y personal. Uno de estos establecimientos, y en el cual nos centramos esta intervención, corresponde a un Liceo Municipal de la comuna de Chillán, el cual en los últimos años ha presentado graves conflictos escolares entre los alumnos y que a través del tiempo ha ido generando la expulsión de estos, incrementando la deserción escolar adolescente. Gran parte de estos percances se derivan del déficit del manejo emocional que tienen los jóvenes para enfrentarse a situaciones conflictivas con sus pares, pues presentan serias dificultades para comunicarse y manejar sus emociones. Debido a esto, el objetivo de esta intervención es “Aplicar un modelo de intervención escolar en un Liceo municipal de Chillán, que atienda las necesidades actuales educativas en cuanto al manejo emocional y comunicación efectiva.”. Para lograrlo, la metodología utilizada es de índole cualitativa, centrada en el método de estudio de caso. Esta intervención es realizada a estudiantes, pertenecientes a un primer año de tal establecimiento, quienes presentan conductas externas, tales como; enojo, ira, tristeza, violencia física y verbal, desatención en clases, ambientes hostil para el desarrollo de ellas, malas relaciones con sus profesores y entre ellos, desunión y poca tolerancia. Se enseña en ellos el manejo emocional y comunicación eficaz mediante la implementación de talleres una vez a la semana en horario de clases. Una vez finalizados los talleres, se espera que los estudiantes con problemas de conducta y convivencia, logren efectivamente un cambio en su comportamiento y rendimiento académico, privilegiando el diálogo y dominio de las emociones. El primer capítulo corresponde al Proyecto de intervención. En él se presentará el sustento de nuestro planteamiento a través del Marco teórico, que considera diferentes autores a nivel mundial, quienes instalan y analizan la relación entre manejo emocional y comunicacional en educación. También se presentará la formulación del problema, los objetivos generales y específicos, la metodología y cronograma general de las actividades realizadas. Luego, en el capítulo II, se expondrá todo lo relacionado con la intervención, partiendo con una pequeña introducción en donde se presenta lo que se hizo en el establecimiento. Le sigue a lo anterior la presentación de la matriz de intervención, resumiendo todas las actividades con sus indicadores de logros respectivos que y que fueron desarrollados en los talleres. A continuación, se expone el contexto en el que se lleva a cabo el trabajo, principalmente las características del establecimiento a intervenir. En el análisis de la intervención están presentes las planificaciones de cada uno de los talleres realizados, junto a sus indicadores de logros y los resultados que se obtuvieron. Este capítulo finaliza con el análisis general, que corresponde a las observaciones generales obtenidas durante toda la intervención. En último lugar, el capítulo III consiste en dar a conocer los resultados que se obtuvieron al implementar los talleres, principalmente los cambios que se evidenciaron en los estudiantes tras ser intervenidos. Finalmente, este apartado presenta las conclusiones y sugerencias derivadas de la intervención.