Crisis social y sanitaria : impacto en los procesos de enseñanza y aprendizaje en el medio escolar

Abstract

Actualmente, la educación sigue encabezando la lista de prioridades para las familias de nuestro país, la escuela cumple un rol importante contra eventos potencialmente traumáticos que puedan afectar a niños, niñas y jóvenes. (Nogueira Alcalá, 2008). En este sentido la crisis social y sanitaria, ha generado problemas colaterales pues el sistema educacional se ha visto directamente afectado a nivel rural, urbano, nacional y global. (Sanz , Sainz , & Capilla, 2020). En nuestro país, según datos del Censo 2017, en 2,5 millones de hogares viven niños, niñas y jóvenes correspondientes al 45% del total de hogares a nivel nacional. Los datos son reveladores, porque un amplio segmento de la población, se ha visto afectada de carácter económico, social y cultural por el cierre indefinido de las escuelas. De acuerdo a antecedentes aportados por Ciper Chile “Las medidas de aislamiento físico han forzado el cierre de escuelas y liceos en buena parte del planeta, incluyendo Chile. (…) 1500 millones de niños y jóvenes en el mundo han sido obligados a dejar de asistir a la escuela.” (CIPERCHILE, 2020) A raíz de esta crisis, es importante considerar cómo se debe afrontar el proceso educativo y de qué manera conciliarlo con las otras áreas de la vida impactadas por la emergencia. Según el Ministerio de Educación de Chile (MINEDUC) “Será responsabilidad del apoderado velar porque el estudiante cumpla con las actividades de aprendizajes sugeridas durante el tiempo de aislamiento domiciliario” (MINEDUC, 2020, pág. 12). Estas medidas excepcionales son estipuladas para dar continuidad al proceso educativo dónde el docente, estudiante y la familia deberán adecuarse a la nueva modalidad. Además, durante la última década el país ha tenido que convivir con diversas crisis. El estallido social de octubre 2019 provocó una serie de manifestaciones y disturbios originados en Santiago y propagados a todas las regiones de Chile, lo que también llevó a paralizar las funciones en educación, viéndose afectada la cotidianidad de las familias. (Salazar, 2019). Ahora bien, no solo han sido movilizaciones sociales las que han paralizado distintas funciones en la sociedad, sino también, constantes desastres naturales. Como el terremoto de Iquique en el año 2014, terremoto en Coquimbo año 2015, o los incendios forestales del año 2017. El ejemplo más recordado fue el terremoto y tsunami de 2010, año que fue testigo de un fenómeno natural de gran magnitud, afectando a las regiones del centro del país. Todo esto en días previos al inicio del año escolar, lo que generó un cierre parcial de instituciones, por los daños causados y por el riesgo en la seguridad de la población estudiantil.