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Título : Potenciar la educación de la familia rural, es mejorar el futuro del niño
Autor : Gajardo Rodríguez, Ana Andrea
Díaz Toro, Mafalda Eugenia
Universidad del Bío-Bío. Programa Magíster en Educación (Chile)
Palabras clave : FAMILIAS RURALES
EDUCACION RURAL
Fecha de publicación : 2013
Resumen : La familia es el núcleo primario donde el niño crece y se desarrolla. Es ella su primera fuente de estimulación y apoyo al impulso del propio crecimiento, es por lo tanto, la primera educadora y mediadora con el mundo, transmisora de valores y actitudes de este ser en desarrollo. Existe consenso científico creciente respecto a que las etapas iniciales de la vida son claves para sentar las bases del desarrollo futuro de las personas. Las ciencias biológicas y cognitivas, sostienen que el cerebro no puede evolucionar completamente sin una influencia intencionada del exterior que posibilite el perfeccionamiento de las funciones mentales superiores (Consejo Asesor Presidencial, 2006). Investigaciones sobre biología del aprendizaje han demostrado que, si bien el cerebro es plástico y la educación es un proceso que continúa durante toda la vida, existen momentos en que este se encuentra en mejores condiciones para aprender. Durante los primeros 5 ó 6 años de vida, el cerebro es una “ventana de oportunidades”, por lo que el entorno social y cultural, así como la adecuada estimulación en los dominios cognitivos y socioemocionales resultan de gran importancia. Los niños y niñas son sensibles al desarrollo de destrezas, especialmente aquellas vinculadas a la educación formal. Si la intervención es fundamental en los primeros años de vida, y dado que los niños de las zonas rurales no tienen acceso a la educación parvularia formal o convencional, se hace necesario apoyar a sus familias, y en especial a las madres y padres, a través de programas de educación que los oriente en la estimulación de sus hijos incentivando su creatividad y fomentando un mejor aprovechamiento de los recursos familiares que se entregan para la nutrición y la higiene, enriqueciendo el aprendizaje propiamente tal. La educación inicial de programas no formales o no convencionales, ha sido valorada por lograr importantes resultados en el desarrollo de los niños y niñas, al potenciar los recursos materiales y humanos de las comunidades en que se insertan, ambientados a la cultura local. A su vez las políticas de protección a la infancia en nuestro país, proporcionan un marco de acción que permiten el desarrollo y aplicación de diferentes programas que dan respuestas educativas diferenciadas y pertinentes a los párvulos que viven distintas realidades y que requieren de oportunidades educativas. Estas estrategias no convencionales han demostrado ser una alternativa eficaz y constituyen una realidad en países Latinoamericanos como; Chile, Colombia, Perú, Bolivia, o en países como Canadá, Australia, Nueva Zelandia, Estados Unidos y otros. “La educación parvularia hace una diferencia crítica a lo largo de la vida para los niños/as de nivel socioeconómico bajo. La pobreza en la niñez deja consecuencias para el desarrollo cognitivo y los posteriores logros educacionales. La calidad de la experiencia preescolar perdura hasta la educación básica, y aún más allá”. (Herrera, 2004 p: 32). Todo niño viene al mundo con avidez de evolución, con curiosidades y preguntas que, a medida de su crecimiento espera responder: viene con ganas de aprender. Los primeros seis años de vida es una etapa de enorme crecimiento lingüístico, conceptual, social, emocional y motor; se debe enfatizar la creación de políticas públicas que consideren a los niños y niñas en este nivel, es por ello que el Comité de la Naciones Unidas ha logrado un concepto suficientemente amplio y claro en el cual la primera infancia se entiende como: “todos los niños y niñas desde el nacimiento hasta su paso a la escuela regular o educación básica” (UNESCO, 2010 p:15). El aprendizaje generacional que se adquiere en la familia rural está fusionado a la cultura del lugar y proporciona características propias de paisaje, costumbres y tradiciones, sin embargo, el riesgo de estar alejado de la educación formal es real. “Por ello, y particularmente en los países con altas diferencias sociales y de ingresos, adquiere especial relevancia la educación temprana, para disminuir las desventajas iniciales de los niños/as provenientes de familias de escasos recursos. Existen evidencias para corroborar que la pobreza, la clase social, el bajo nivel educacional de los padres y los ambientes de vida poco alfabetizados, tienen decisiva influencia sobre la educación informal en el hogar, lo cual implica una preparación desfavorable de los niños/as para la educación formal” (Brunner y Elacqua, 2003 p: 16-18). Otro de los puntos donde aparece una contribución del concepto de nueva ruralidad es en la ruptura de la dicotomía urbano-rural y en la búsqueda de interrelaciones y vínculos más complejos que los asignados hasta hace algún tiempo a los habitantes rurales y urbanos como productores y consumidores de alimentos, respectivamente. Hoy en día se reconoce la enorme interdependencia entre un espacio y otro, tanto en la generación de actividades productivas, de empleo, de lugar de residencia, como en el entrelazamiento y la complejidad de las relaciones sociales, políticas y económicas. Por otro lado, se puede sostener que la identidad nacional, bajo el impacto de la globalización, se ha ido reconstituyendo en un sentido diferente, pero de ninguna manera desperfilándose o siendo reemplazada por una cultura universal homogenizada. “La desterritorialización de la cultura y del surgimiento de una cultura universal de masas, al menos en su forma extrema, no tiene asidero ni forma parte de una comprensión adecuada de la globalización.” (Larraín y Vergara, 2002 p: 45-46). En el campo de la cultura, los rasgos culturales escasamente son propios en el sentido de puros u originales y más bien llegan a ser propios en procesos complejos de adaptación. Valdés (2002) sostiene que en el Chile de hoy existiría una voracidad por importar, tantas veces sin cedazo, ideologías y culturas ajenas; y por enajenar piezas esenciales de nuestra economía, que países más inteligentes guardarían para sí. Es decir, lo rural y las sociedades rurales son mucho más que un grupo humano y un entorno físico que importaría sostener por razones de humanidad, de derecho o de economía, pues han sido, son y seguirán siendo una pieza significativa en ese mecanismo dinámico y complejo, siempre en movimiento, que es la sociedad chilena.
Descripción : Tesis (Magíster en Educación. Mención Gestión Curricular) -- Universidad del Bío-Bío. Chillán, 2013.
URI : http://repobib.ubiobio.cl/jspui/handle/123456789/357
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