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Título : Médicos, instituciones y locura en Concepción : 1891-1929
Autor : León León, Marco Antonio
Sievers Thennet, Alexander
Universidad del Bío-Bío. Programa Magíster en Historia de Occidente (Chile)
Palabras clave : PSIQUIATRIA
ENFERMEDADES MENTALES
SALUD MENTAL
Fecha de publicación : 2013
Resumen : “Todas las sociedades toman medidas para ocuparse de personas peculiares cuyo comportamiento resulta extraño, causa trastornos o representa un peligro: hasta este punto, la locura constituye una verdad universal de la vida." A través de la cita anterior, queremos reafirmar el carácter histórico de la locura reconociéndola como un ámbito importante de la experiencia humana. En éste sentido, es fundamental recordar que a lo largo de la historia se han construido distintas representaciones sociales en torno a la normalidad, lo que ha dado paso a una serie de prácticas respecto a la sin razón. De este modo, podemos decir que la locura ha tenido dos formas centrales de ser interpretada o comprendida. Por un lado, ha sido vista como un acto de posesión en la que intercederían fuerzas sobrenaturales y, por otro, se le ha calificado como una enfermedad mental con base orgánica en el cerebro. Tal situación ha determinado que la locura históricamente haya sido excluida de los espacios públicos, siendo considerada entonces como un verdadero símbolo de marginalidad social. Identificar la locura como una enfermedad mental debe ser entendido como un proceso de construcción cultural, que ha tenido un desarrollo histórico en Occidente desde las primeras formulaciones realizadas por los médicos griegos en los llamados tratados hipocráticos, visión que se ha mantenido con algunas modificaciones hasta la actualidad. Lo antes descrito, se ha caracterizado por la búsqueda de explicaciones racionales que permitan comprender, qué es la locura, cómo se manifiesta, qué factores la producen o generan, y lo más importante, qué prácticas posibilitarían su curación. En tal contexto, la ciencia médica como forma de análisis y explicación de las enfermedades en general, terminó reconociéndose como el único interlocutor válido entre la locura y la sociedad, generando de este modo un discurso totalizador que niega cualquier otra forma de interpretación de la insanía. Durante el siglo de las luces la medicina ideó una respuesta racional e institucional al problema que significaba la locura, contexto en el cual aparece el Manicomio como una institución que cumpliría la función de asistir y curar a los enfermos mentales, teniendo por interés dejar atrás una serie de prácticas como eran: la peregrinación a santuarios en espera de un milagro curativo; el encierro por parte de las familias en espacios privados del hogar; la reclusión en celdas para agitados al interior de los hospitales; el encierro en calabozos o el vagabundeo por las calles. De este modo el nacimiento del asilo fue reconocido como un símbolo de la civilización y el progreso en una sociedad ilustrada. En la práctica, la psiquiatría decimonónica puso sus esperanzas en el asilo como maquina curativa, donde el aislamiento del loco respecto de la comunidad se constituía en el elemento central del proceso terapéutico. El discurso ulterior respecto del asilo se ha caracterizado por una seguidilla de críticas que han tomado fuerza desde fines del siglo XIX, éstas hacen hincapié principalmente en la saturación de los establecimientos destinados a la curación de la insanía y al consecuente reconocimiento de una cronificación de la enfermedad al interior del espacio institucional. Dicho proceso se ha visto coadyuvado desde la década de 1960, por el desarrollo de un movimiento en pro de la desinstitucionalización, dando paso a la promoción de centros de atención comunitaria que buscarían remplazar a los antiguos asilos, manicomios u hospitales psiquiátricos. Las investigaciones relacionadas con la historia social han determinado el estudio de nuevos sujetos histórico como los pobres urbanos, artesanos, trabajadores del campo, las mujeres, los niños y jóvenes, delincuentes y los locos, entre otros. Apareciendo con esto nuevas líneas de investigación y enfoques historiográficos, entre los que se puede mencionar la historia de la locura, marginalidad, criminalidad, de la justicia y el castigo, de la violencia, del control social y de los imaginarios sociales, entre muchos otros. Es posible constatar la existencia de dos perspectivas de análisis al momento de realizar una investigación histórica sobre la locura, la primera de ellas se conoce con el nombre de historia de la locura o historiografía crítica, ésta integraría las representaciones sociales y la construcción cultural de la figura del loco en sus constantes relaciones tanto con el Estado, a través de sus instituciones, como con la sociedad. Esta visión se opondría a la llamada historia de la psiquiatría o historia tradicional, la cual se caracteriza por considerar los avances en materia psiquiátrica, centrándose en el estudio de los grandes personajes médicos, como también en las instituciones creadas para la curación y asistencia de la locura. Rafael Huertas, nos da a conocer la presencia de una “historia tradicional” que tuvo en los años 30 del siglo XX una gran aceptación en el mundo académico, esta visión representa un posición panegirista que busca resaltar los aportes científicos y filantrópicos del quehacer psiquiátrico, lo cual se encontraría siempre vinculado con la célebre “liberación de los locos” por parte del alienista francés Philippe Pinel y la superación de las nociones supersticiosas, aparte de la imposición de un criterio médico-científico. A esta visión se opuso la historiografía crítica o revisionista, la que se organizó en torno a las décadas de 1960 y 1970, ésta tuvo como eje central el darle una preponderancia a las ciencias sociales (historia social, antropología, sociología, etc.), es por ello que los temas se centraron en la locura como mito y construcción social, las respuestas sociales a la locura y el papel de las instituciones psiquiátricas como instrumentos de control social. Creemos pertinente dar a conocer la historiografía crítica o revisionista, que marcó un antes y un después en los estudios ligados a la medicina y psiquiatría en el siglo XX. El caso más conocido y emblemático es el del filósofo e historiador de origen francés Michel Foucault. En su obra Historia de la locura en la época clásica, nos muestra cómo desde el siglo XV hasta XVIII, se va perfilando en Occidente una nueva visión en torno a la locura, que tuvo por resultado la organización de un sistema de aislamiento que partiría con la lepra y terminaría con la insanía, determinado así la negación de todo resto de verdad presente en ésta, y estableciéndose una verdad científica que generaría saberes que permitirán dominarla en el espacio institucional del asilo. Otra investigación del mismo autor es El poder psiquiátrico, dicha obra proviene de un ciclo de clases realizadas en el Collegè de France entre los años 1973-1974. Su tesis central dice relación con los dispositivos de poder y la consecuente creación de discursos de verdad, manifestando que lo importante no era la institución sino los desequilibrios de poder que terminaban haciendo funcionar las regularidades del asilo. En este sentido, cuestiona su obra precedente diciendo que erróneamente le había dado más importancia a la institución psiquiátrica que a las relaciones de poder que se establecían al interior de ella. Las críticas que ha suscitado el autor anterior no han sido menores, dado que por ejemplo, se le acusa de poca rigurosidad en el tratamiento de las fuentes, además de exceso interpretativo, junto con la práctica demasiado frecuente de generalizaciones que afectarían ámbitos geográficos muy diversos. Frente a lo anterior, nadie puede dejar de reconocer que la obra foucultiana es imprescindible hoy en día para cualquier investigación que trate temáticas ligadas a la medicina y psiquiatría. Lo importante es aclarar que no se puede relacionar a la historiografía revisionista sólo con Foucault y sus seguidores, ya que existen representantes de esta corriente que no toman los postulados teóricos propuestos por el aludido autor. Dentro de las posturas más críticas a la institución y profesión psiquiátrica se encuentra la llamada anti-psiquiatría que tuvo su desarrollo durante las décadas de 1960 y 1970, aquí encontramos autores como, Michel Foucault, Thomas Szasz, Erving Goffman y Robert Castel, los cuales provendrían de disciplinas tan distintas como la filosofía, psiquiatría y sociología respectivamente, cada uno de estos con sus líneas interpretativas propias presentarían en general posturas radicalmente iconoclastas, centrándose especialmente en la promoción de una desinstitucionalización de la psiquiatría, siendo esto precisamente el fin de los hospitales psiquiátricos como lugares de secuestramiento y curación. Asimismo, plantean la necesidad de poner fin a la manipulación farmacológica de la población, la que es vista como una nueva forma de psiquiatrización de la sociedad. Dentro de la historiografía revisionista de la locura, es posible identificar una generación post-foucultiana, que se caracterizaría en general por la matización de las ideas emanadas tanto de Foucault como de los autores asociados a la anti-psiquiatría. Uno de los rasgos centrales de estas nuevas interpretaciones estaría dado por el análisis de la locura fuera del espacio institucional, identificando por ejemplo el significado que tenía para una persona ser reconocido como loco, además de las relaciones que se establecían entre los familiares, vecinos y el entorno inmediato de loco respecto a la institución manicomial bajo contextos económicos y culturales específicos. En ésta perspectiva se enmarcan las investigaciones realizadas por Roy Porter, en su obra historia social de la locura, se aprecia un interés ya no en los síntomas, enfermedades o síndromes; sino en las comunicaciones coherentes que han legado a la posteridad algunos personajes que presentaban alteraciones psíquicas, esto siempre haciéndolo desde su propio lenguaje, dando a conocer las injusticias sufridas, sus esperanzas y temores, además del significado que tenía para ellos el estar loco o pasar por loco. Otro trabajo significativo del autor es su Breve historia de la locura, en la cual presenta una visión opuesta tanto a Foucault como a la historiografía tradicional, es por ello que nos muestra cómo se ha ido construyendo culturalmente la figura del loco en los distintos períodos de la historia, lo que ha determinado una serie de giros conceptuales en lo referente a la enfermedad mental y su tratamiento, trayendo por resultado el descrédito en que se encuentra en estos momentos la profesión psiquiátrica y sus instituciones. Dentro de la misma línea anterior, se encuentra la obra Insanity, Institution and Society, 1800-1914, editada por Joseph Melling y Bill Forsythe, la cual constituye una historia social y cultural de la locura, aportando con un análisis comparativo desde el cual se analiza la aplicación del modelo Inglés respecto de la insanía, dándonos a conocer la situación en que se encontraban Inglaterra y sus colonias, respecto a las relaciones que se establecían entre raza, género, familia y locura en su interacción con una serie de transformaciones políticas económicas y culturales. Siguiendo lo anterior se encuentra la obra The Confinament of the Insane. International Perspectives, 1800-1965, editada por Roy Porter y David Wright, ésta centra su análisis en los elementos que posibilitaron la emergencia de asilos en diferentes contextos nacionales, dando respuesta al rol cumplido por las familias, la comunidad y la profesión médica en el proceso de confinamiento, además de las relaciones entre el nivel socioeconómico del paciente y un determinado perfil psiquiátrico. Para el caso de América Latina, hemos considerado las investigaciones realizadas por Hugo Vezzetti y Jorge Salessi, los cuales se vieron influenciados durante las décadas de 1980 y 1990 por la figura de Michel Foucault. Cabe hacer notar que estas investigaciones presentan diferencias en la contextualización y matización del modelo metodológico del filósofo francés. El primero de ellos nos da a conocer cómo el dispositivo psiquiátrico va afinando y discriminando sus moldes de normalidad, y cómo la imagen de la locura va pasando desde un desorden moral genérico al tema de la neurosis, el que daría paso a una higiene social. Por su parte, Salessi analiza cómo se va consolidando en Argentina la profesión médica por medio de un proyecto de construcción de Estado basado en las ideas higienistas, las que a través de un discurso criminológico buscan definir los parámetros de normalidad, participando de éste modo en la construcción cultural y científica de locos, criminales y homosexuales. Cabe hacer notar que el estudio de la historia de la psiquiatría en Chile se ha caracterizado por el predominio de una historiografía tradicional, donde en su mayor parte son psiquiatras que se dedican a la historia. En este contexto se enmarca la obra De Casa de Orates a Instituto Psiquiátrico, editada por Eduardo Medina y Enrique Escobar, en la misma línea podemos situar a Demonio y Psiquiatría, de Armando Roa y El Manicomio Nacional, de Enrique Laval. Todas estas investigaciones tienen como centro de interés el dar a conocer la evolución del desarrollo institucional de la Casa de Orates de Santiago, los avances en el tratamiento de la enajenación, además de los aportes realizados por los grandes personajes de la psiquiatría chilena. Respecto a esta perspectiva de análisis podemos decir que su característica central es un desarrollo lineal de los acontecimientos, dando así a conocer los progresos que ha tenido la psiquiatría chilena. Creemos que la historia en este caso se convierte en un medio para legitimar su profesión e instituciones. En la década de 1990 comienza un nuevo interés por el loco como sujeto a historiar, el cambio provino de las investigaciones realizadas por los historiadores Pablo Camus, Paula Bell y Carolina Aburto; en el marco de obtención del grado de Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. En dicho contexto se inició una modificación en el tratamiento de esta temática, planteando así nuevas perspectivas y miradas en torno a la locura en Chile, para ello se utilizó fuentes de archivo, como son las fichas clínicas, cartas de pacientes, memorias y actas de la institución. Esto les permitió analizar los aspectos sociales y culturales asociados con la institución manicomial. Desde el año 2005 se ha producido nuevos avances en la historia de la locura en Chile, situación dada por un grupo de historiadores jóvenes que han ido nutriendo con nuevos enfoques esta disciplina histórica, mucho más revisionista que la de los años 90. Estos nuevos investigadores provienen de escuelas de formación histórica y se encuentran realizando estudios doctorales sobre dichas temáticas, tal es el caso Cesar Leyton, Claudia Araya y María José Correa. Sus investigaciones se centran en aspectos tan diversos como el vínculo entre el modelo de producción capitalista y la configuración del asilo como un complejo médico-industrial, la consolidación de la profesión psiquiátrica y la utilización de las terapias de electroshock en Chile, y las relaciones de poder que se desarrollan fuera del espacio comprendido por el asilo, en especial en el ámbito familiar. Para el caso de la historia de la salud en Chile, en la cual se inserta la psiquiatría, hemos considerado los trabajos de Carlos Molina, René Salinas y María Angélica Illanes, estos autores tienen en común el analizar desde distintas perspectivas el proceso que permitió el desarrollo de un Estado asistencial en Chile, dando a conocer el papel jugado por las elites, los médicos, las Juntas de Beneficencia y los sectores populares en el proceso de construcción de Estado. Para comprender el desarrollo de la profesión médica en Chile, se han considerado los trabajos de Sol Serrano y Juan Eduardo Vargas, los cuales centran su estudio en la profesionalización de los médicos y la consecuente creación de una autoimagen en el tránsito del siglo XIX al XX. Para estos autores, dicha situación posibilitó el reconocimiento social de la profesión médica, dando por resultado la preponderancia del criterio científico frente a visiones alternativas sobre la enfermedad y la salud. Creemos fundamental tomar en consideración algunas obras historiográficas que tienen la particularidad de centrarse en el período que se circunscribe nuestra investigación, para ello hemos considerado la obra de Julio Heise, la que nos plantea una defensa del período conocido como parlamentario, analiza el rol del liberalismo y la integración de los partidos políticos al sistema de gobierno, así como las características del sistema electoral y los elementos centrales de los distintos gobiernos que dieron forma al parlamentarismo a la chilena. También hemos consultado la investigación de Luis Barros y Ximena Vergara, “Los grandes rasgos de la evolución del Estado en Chile” ésta nos aproxima a los elementos centrales del liberalismo económico y su impacto en el modo de hacer política durante el siglo XIX y XX, pues nos dice cómo se va consolidando en Chile un Estado guardián que se interesaba especialmente por la mantención del orden interno, la defensa del territorio nacional y la prestación de algunos servicios de utilidad pública, donde los temas referentes a mejorar las condiciones de vida de los sectores más pobres no eran de su incumbencia. Desde una perspectiva revisionista el trabajo de Juan Carlos Yáñez, llamado Estado, consenso y crisis social. El espacio público en Chile 1900-1920, nos plantea una matización de las ideas esgrimidas por los autores antes citados, de este modo nos dice que el período parlamentario constituye una época de constante consenso, donde se produjeron situaciones de crisis, pero a la vez mejoras sustanciales en las condiciones de vida de la población, a través de la aprobación de leyes que iban en directo beneficio de los sectores populares, junto con la concreción de proyectos de construcción de instituciones para las provincias, situación que era posibilitada por medio de la discusión parlamentaria. Lo que generaba a su vez una integración real de los intereses regionales al interior del Estado. Por último, el libro Estado y Sociedad en Chile 1891-1931. El Estado Excluyente, la lógica estatal oligárquica y la formación de la sociedad, de Enrique Fernández, nos muestra cómo se produce el tránsito de un Estado Excluyente a uno de carácter Asistencial en el período que va entre los años 1891-1931, dándonos a conocer cómo la sociedad fue modificando su relación con el Estado y cómo éste se fue haciendo cada vez más importante en la vida cotidiana de las personas, convirtiéndose así en un verdadero centro de la organización social, proceso que el autor denomina “estatalización social.” Para el caso de la historia de la ciudad de Concepción hemos considerado los trabajos de Carlos Oliver, Fernando Campos y Arnoldo Pacheco, estos autores nos dan a conocer una caracterización general de los aspectos políticos, económicos, materiales e institucionales de la ciudad, haciendo breves referencias al desarrollo de la salud y la beneficencia, presentándose así un vacío historiográfico en torno a dichas temáticas para el caso de Concepción. El cambio por una historia más interpretativa y que integre a los distintos grupos sociales en la ciudad de Concepción, ha sido llevado a cabo por Mauricio Rojas. Situándose desde la perspectiva de la historia de la justicia y el control social. En su obra Las voces de la justicia. Delito y sociedad en Concepción (1820-1875). Atentados sexuales, pendencias, bigamia, amancebamiento, e injurias propone una comprensión de los miedos y dilemas de la sociedad penquista, a través de un análisis de lo que se concebía como legal y legítimo en la primera mitad del siglo XIX, dando a conocer cómo se van constituyendo una serie de “culturas legales”, lo que determinaba una serie de relaciones entre los sectores subalternos y la autoridad. Otra investigación del mismo autor es, La ciudad como agente moralizador: la policía y la ciudad de Concepción, 1850-1880. En ésta nos plantea, que la adopción de un modelo liberal de desarrollo no sólo determinaba un reordenamiento político y económico, sino también social, a través de un aparato policial que se caracterizó por tener dos vertiente, una de seguridad y la otra urbana, con esto se realizaría un control social tanto coercitivo como de persuasión y consenso, lo que finalmente definiría un proceso de moralización de la población subalterna en el espacio definido por la ciudad. La existencia para la ciudad de Concepción de trabajos monográficos sobre la medicina y psiquiatría, es bastante exigua, para el primer caso se puede consultar la investigación realizada por Ottmar Wihelm, médico de la ciudad de Concepción que escribió un artículo llamado historia de la medicina penquista, en el cual, nos da a conocer el desarrollo de la medicina en la ciudad de Concepción desde la colonia hasta el siglo XX, identificando los respectivos progresos de la ciencia médica en la ciudad y de sus personajes más notables, por otro lado tenemos la investigación realizada por Ana María Navarrete, médico psiquiatra, que en el marco de obtención de su especialidad escribió una tesis titulada Historia de la psiquiatría penquista, ésta investigación estudia el desarrollo de la psiquiatría en Concepción desde el período colonial hasta bien entrado el siglo XX. En el apartado que hace referencia al Manicomio de Concepción, no lleva a cabo un análisis profundo sobre esta institución, lo cual deriva en fechas mal datadas e incomprensión de momentos claves de la institución. La investigación que proponemos, busca concatenar algunos elementos presentes tanto en la historia tradicional, como también en aspectos propios de la historiografía crítica. En relación a lo anterior, nos interesa llevar a cabo una historia institucional y cultural de la locura en la ciudad de Concepción. En base a lo anterior, nuestro análisis se centra en la respuesta estatal al problema de la locura, la relación de los médicos con el proceso de reforma de las instituciones manicomiales, el interés existente en la ciudad de Concepción por consolidar las funciones terapéuticas en el manicomio, el proceso de construcción de la figura del loco como enfermo mental y peligro social, y por último, el funcionamiento de los espacios de circulación de la locura como respuesta institucional por parte de la elite penquista al problema que significaba la insanía. De este modo nuestra investigación tiene por sentido dilucidar las relaciones que se establecen entre el Estado, los médicos y la Beneficencia, respecto al funcionamiento del sistema asistencial de la locura en Concepción, entre los años 1891-1929. El período que hemos elegidos se inicia con el traspaso de la administración de la Casa de Orates a la Junta de Beneficencia de Santiago, y termina con la venta del Manicomio Avello de Concepción al Ministerio de Guerra. Situamos el desarrollo histórico de la institución manicomial en Concepción bajo un contexto de adopción de un modelo de desarrollo de tipo liberal, que implicaba en la práctica la organización de un Estado guardián del orden, el cual se constituía en garante de un proyecto nacional de defensa social. Creemos que en éste sentido debe ser comprendido el proceso de modernización que buscaba establecer tanto la dirección médica de manicomios como también la creación de nuevas instituciones manicomiales en Chile. Es fundamental plantear que en el período abordado los procesos de reforma o modernización en la asistencia de enajenaciones se caracterizaron por un enfrentamiento en el ámbito discursivo, reflejándose en la práctica un proceso de intercalación entre visiones tradicionales y modernas al momento de organizar su funcionamiento. En este sentido, es posible apreciar la confluencia de una serie de formaciones discursivas las que provenían tanto del Estado (Ministerio del Interior, Congreso Nacional, Intendencias, Gobernaciones y policía), de los médicos (Manicomio, Casa de Orates y revistas de especialidad médica) de la elite penquista (Junta de Beneficencia) y de la sociedad civil (solicitudes de internación en un Manicomio), todas éstas participarían del proceso de representación de la locura como enfermedad mental y peligro social, lo cual respondía a un proceso mayor de medicalización de la locura. A partir de lo anterior, podemos decir que las formas de representación en torno a la locura nos permiten realizar una aproximación a la construcción, por parte de la elite penquista, de un imaginario urbano cimentado bajo la noción de peligro social. Dicha situación en la práctica determinó el establecimiento de un centro de protección al interior de la ciudad frente a la amenaza que significaba no sólo la locura, sino también otras formas de marginalidad social presentes en el espacio urbano de Concepción. En torno a esto, cabe situar la organización de lo que nosotros identificamos como los espacios de circulación de la locura, que pueden definirse como un movimiento físico y discursivo de la insania, en el cual participaban una serie de instituciones como el Manicomio, el Hospicio y la policía; constituyéndose en una respuesta institucional frente al problema que representaba la locura. Es necesario precisar algunos conceptos utilizados en esta investigación, lo que permitirá al lector poder comprender de mejor manera el desarrollo de nuestro trabajo. El primero de ellos dice relación con el concepto de “enfermedad mental”, éste para nosotros formaría parte de un proceso de construcción cultural, que se caracterizó por la imposición de un discurso científico que se reconocía a sí mismo como el único válido al momento de identificar y comprender la locura. En este sentido, se hace perentorio considerar que en el período abordado se establecía una clara diferenciación entre enfermedades mentales curables e incurables, donde las primeras de ellas hacían alusión a los llamados locos, insanos, alienados, enajenados, orates, mientras las segundas, se relacionaba con los dementes, epilépticos y fatuos, los que eran identificados en forma genérica como enfermos crónicos o incurables. Creemos que es fundamental plantear la imposibilidad de definir la locura. En este sentido, Hugo Vezzetti nos dice que la locura no es un concepto, por tanto, “no existe como entidad previamente definida, idéntica a sí misma y perdurable a través de los tiempos.” Preferimos no agregar otra aproximación o definición en torno a la insania, dado que si lo hiciéramos, circunscribiríamos a la locura a una única forma, considerando que en la realidad pasada y presente, se han dado y se dan, una serie de representaciones entorno a ésta. Otro concepto que es fundamental aclarar, es el de espacios de circulación de la locura, como dijimos este sería un movimiento físico y discursivo de la insanía. El cual permitiría por un lado, que el loco fuese recluido en el cuartel de policía para posteriormente ser enviado al manicomio, al igual que el demente que por la cronicidad de su enfermedad pasa del manicomio al hospicio de incurables. Por otro lado, estas instituciones participaban activamente en la construcción discursiva del loco como enfermo mental y peligro social. Cabe considerar que en la definición anterior hemos excluido instituciones como la familia o la cárcel, las cuales también presentarían formas discursivas propias y participarían de este proceso de circulación de la locura. En otro sentido, hemos decidido mantener una diferenciación entre lo que se conoce como Casa de Orates, Manicomio e Instituto Psiquiátrico, dado que cada uno de ellos representa distintos procesos de reforma del sistema asilar en Chile, en momentos históricos muy disímiles entre sí. Nuestra hipótesis plantea que en Concepción durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX, tomaría lugar un Estado guardián, como en el resto del país, que participaría activamente en el proceso de reforma de la institución manicomial, situación que posibilitaría la emergencia de un poder médico que tendría como rasgo central la promoción de un discurso modernizador en lo relativo al tratamiento y asistencia de las enajenaciones mentales. Ello redundaría a su vez en una profundización de la medicalización de la locura en el espacio comprendido por la ciudad. De esto se desprendería que: a) El Manicomio de Concepción al ser una institución de Beneficencia que cumpliría funciones de defensa social, permitiría identificar el tránsito de un Estado Guardián a uno de carácter Asistencial en el período abordado. b) Con la creación del Manicomio de Concepción, se establecería un espacio de circulación de la locura, el que consistiría en la interacción entre instituciones, tanto de beneficencia (Hospicio y Manicomio), como de seguridad (Policía), que promoverían una representación social de la locura como enfermedad mental y peligro social. Desde el punto de vista metodológico hemos considerado fuentes de archivo relativas al Manicomio de Concepción, específicamente el Archivo de la Junta de Beneficencia de Concepción (1895-1922), también se consultaron los Fondos de la Intendencia de Concepción (1895-1922), Gobernación de Yungay (1921), Ministerio del Interior, además del Boletín de Leyes y Decretos de Gobierno y los Boletines de sesiones de la Cámara de Diputados y del Senado (1893-1895). En relación a las fuentes periodísticas, se revisó el diario El Sur de Concepción para el año 1897. En lo que atañe a revistas se ha consultado la Revista Médica de Chile (1894-1895), La Revista Crónica Médica de Concepción (1894-1895) y la Revista de Higiene (1894), así también, para la evolución estadística tanto del Manicomio como del Hospicio, se ha utilizado el Anuario Estadístico de la República de Chile (1912-1927). Para nuestra investigación consideramos pertinente la utilización de fuentes escritas y no escritas. En relación a las primeras se ha llevado a cabo un análisis de los discursos, los que provendrían de la medicina, el Gobierno y la Beneficencia, además de analizar las relaciones que se dan entre el Manicomio, el Hospicio y la Policía. Por otro lado, se realizaron estudios de casos a través de los diagnósticos médicos practicados tanto en Concepción como en otras ciudades, lo cual nos permitió identificar algunas opiniones del entorno inmediato de los locos. Para el caso de las fuentes no escritas, analizamos los espacios materiales y simbólicos, considerando los planos de los proyectos de manicomio para la ciudad de Concepción, de los años 1905 y 1915, junto con el análisis de un plano de dicha ciudad para el año 1892. Para los proyectos de manicomio se analizó la ubicación de los distintos pabellones, la intencionalidad de ordenamiento por enfermedades a tratar, la relación espacial entre el edificio de la dirección del manicomio con los pabellones más alejadas de ésta, la cercanía de la dirección al pabellón de pensionados, la interacción de los enfermos con espacios de trabajo en talleres y actividades agrícolas. En el caso del plano de la ciudad de Concepción, hemos identificado el emplazamiento de las distintas instituciones de beneficencia (Manicomio, Hospicios y Hospitales), además de ubicar por medio de las patentes de expendio de bebidas alcohólicas una aproximación a la delimitación existente entre el centro de la ciudad y la periferia, para luego analizar algunas posibles relaciones entre estos espacios identitarios. Nuestra investigación consta de cuatro capítulos los cuales centran su análisis en los aspectos institucionales y culturales asociados con la locura en la ciudad de Concepción durante las primeras décadas del siglo XX. De este modo, el primer capítulo considera los elementos que posibilitaron la emergencia de un poder médico con la capacidad de proyectar a nivel nacional un proceso de modernización, que implicaba en la práctica la creación del cargo de médico director y la construcción de nuevos edificios para la asistencia de enajenaciones en Chile. El segundo capítulo, se ocupa de las relaciones entre el Manicomio de Concepción y el Estado guardián, donde es posible apreciar que las instituciones manicomiales pueden convertirse en interesantes instrumentos de análisis al momento de comprender las transformaciones del Estado en Chile. El tercer capítulo, hace hincapié en las visiones opuestas respecto a las atribuciones del Manicomio de Concepción, donde por un lado en la ciudad de Santiago se le reconocía como función la asistencia de crónicos, mientras que en Concepción se buscará consolidar sus funciones terapéuticas. El cuarto y último capítulo, centra su análisis en la construcción cultural del loco como un sujeto enfermo y peligroso, nociones que determinarán una representación social de la locura compartida socialmente, junto con la estructuración por parte de la elite penquista de un imaginario urbano que tuvo por resultado la creación de instituciones ubicadas en la periferia urbana, las que tenían por función controlar la circulación de la marginalidad social en general y de la locura en particular. En lo que respecta a los posibles temas ausentes en nuestra investigación, es fundamental hacer notar que se ha privilegiado el análisis institucional respecto a la locura, en dicho contexto se debe reconocer la existencia de elementos socio-culturales e institucionales que no fueron abordados. Para el caso de los aspectos socio-culturales, no se consideró analizar las condiciones sociales y médicas de los insanos asistidos en el Manicomio de Concepción, lo que se debió principalmente a la escasez de datos estadísticos proporcionados por las memorias consultadas, las cuales sólo hacían referencia a los años 1895, 1897, 1899, situación que no permite realizar una aproximación profunda sobre éste tópico. Por otro lado, al momento de identificar la relación que se establecía entre el entorno inmediato del loco y la institución manicomial, no consultamos causas civiles por interdicción, las cuales se constituyen en interesantes fuentes para el análisis de las relaciones entre la familia y la locura. Esto se debió a que no se encuentra dentro de nuestras pretensiones un proyecto de tal envergadura, por dos razones fundamentales, la primera dice relación con el tiempo que significa revisar archivos judiciales, a lo cual se suma el interés de investigar por sobre todo los aspectos institucionales del manicomio. Por último, prácticamente no se consultó la prensa existente en Concepción, lo cual se debe a la imposibilidad de concretar una revisión completa de uno o más periódicos en el período abordado, remitiéndonos solamente a la consulta de fechas muy específicas. En relación a los aspectos institucionales que no fueron abordados en ésta investigación, es posible reconocer que prácticamente no hicimos referencias sobre el desarrollo institucional del Manicomio de Concepción entre los años 1922-1929, lo que se debe a la carencia de fuentes que traten dicho período. En otro sentido, no se hizo un estudio profundo del desarrollo institucional del Hospicio de Concepción y su relación con la locura, dado que no se encontraría dentro de nuestras pretensiones, de hecho, cuando hablamos del Hospicio lo hacemos supeditándolo al funcionamiento institucional del Manicomio, algo similar ocurre con el caso de la policía. No nos queda nada más que asumir todas las posibles omisiones presentes en nuestra investigación, las cuales son de nuestra absoluta responsabilidad. Creemos fundamental agradecer a todas las personas que de una u otra manera hicieron posible que este trabajo fuese terminado. En primer lugar deseamos dejar en forma expresa nuestros agradecimientos al profesor Marco Antonio León, quién fue durante un período de dos años nuestro guía de tesis y profesor en los cursos impartidos en el programa de Magister en Historia de Occidente de la Universidad del Bio-Bio, durante todo éste tiempo revisó en más de una oportunidad, y con gran rigurosidad los borradores de éste trabajo, aportándonos con interesantes comentarios, además de estar siempre dispuesto a facilitarnos libros de su biblioteca personal y atendernos en su oficina para conversar sobre temas muy diversos. Por otro lado, agradecemos al profesor Mauricio Rojas, director del programa de Magister, por estar siempre dispuesto a ayudarnos en todos los ámbitos en que se le solicitó su consejo y ayuda, dándonos en muchos casos acertadas observaciones. Nos sentimos en profunda gratitud con la Universidad del Bio-Bio, la que nos ayudó por medio de su sistema de becas a prácticamente no incurrir en gastos mientras realizábamos el programa de Magister. Por último, debo agradecer a mi familia por su contante estímulo y apoyo en los momentos que sentíamos cierto agotamiento debido a los continuos viajes a Santiago y Concepción, además del trabajo que significó escribir una tesis de postgrado.
Descripción : Tesis (Magíster en Historia de Occidente) -- Universidad del Bío-Bío. Chillán, 2013.
URI : http://repobib.ubiobio.cl/jspui/handle/123456789/1711
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